viernes, 23 de octubre de 2009


Yo esperaré que llegues, si acaso vuelves,
apoyado de codos a la ventana,
con las pupilas fijas en el camino
y los anhelos puestos en la distancia.

Tendré para la fiesta de tu retorno,
bendita taumaturgia de mi llamada,
un palpitar de besos entre los labios,
y un vibrar de canciones en la garganta,
y un temblor de caricias a flor de manos,
y un "que Dios te lo page", dentro del alma.

Yo esperaré que vuelvas, y si es que llegas,
verás con cuanta angustia ya te esperaba,
y en esa fiesta excelsa de tu retorno,
realización piadosa de mi plegaria,
haré callar las voces de mis angustias,
y de mis pobres ojos, secar las lágrimas,
para que mis caricias y mis canciones
y mis besos, rompiéndose en mi garganta,
en un coro de voces jamás oídas,
bendigan tu retorno y te den las gracias.

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